Los programas de cribado del cáncer de mama y de cérvix, hoy y en el futuro

Los programas de cribado de cáncer a largo plazo pueden salvar vidas
En muchos países se aplican programas de cribado de cáncer de mama y de cérvix desde hace décadas. Según un artículo publicado en 2020, el cribado del cáncer de mama salva la vida a más de 20 000 mujeres cada año en Europa.1 En otro artículo de revisión acerca de los efectos del cribado del cáncer cervicouterino sobre la mortalidad en Europa, se observó una reducción de la mortalidad entre el 41 y el 92 %.2
Sin embargo, no podemos permitirnos el lujo de bajar la guardia. Necesitamos mejorar la asistencia de las mujeres a los programas de cribado y garantizar que se utiliza el método adecuado para obtener resultados precisos. En años recientes, se ha observado una preocupante disminución de la tasa de asistencia a los cribados en muchos países, como los Países Bajos,3 y cada una de estas ausencias supone una oportunidad perdida para detectar el cáncer lo antes posible.
¿Cuál es la situación actual de los programas de cribado de cáncer de mama y de cuello uterino?
Aunque muchos programas de cribado del cáncer cervicouterino están considerablemente consolidados en Europa, existe una gran heterogeneidad en cuanto a los métodos de aplicación. En algunos países, como Suecia y los Países Bajos, se ha introducido cribado basado en VPH como sustitución de las pruebas citológicas,4 mientras que en otros se sigue utilizando este último método. En muchos países, las estrategias de cribado varían en función de grupo de edad. Por ejemplo, en la República Checa se ha introducido recientemente una prueba conjunta, en la que se combina una prueba del VPH con una citología convencional para mujeres de entre 35 y 45 años.5
En Europa, las distintas técnicas de análisis empleadas y la fragmentación en la recogida de datos dificultan enormemente la evaluación de los resultados de cáncer de cuello uterino.6 La situación es aún más desconcertante si tenemos en cuenta que, en algunos países, la mayor parte de la cobertura se realiza de forma circunstancial, mientras que el cribado sistemático por parte del sistema sanitario público queda muy por debajo del 70 % de cobertura que recomienda la OMS.7
Por otro lado, el cribado del cáncer de mama también presenta un amplio grado de variabilidad, con distintas estrategias de implementación y considerables diferencias entre los programas de cribado del sistema sanitario público y los cribados de tipo circunstancial.1
Evidentemente, cualquier tipo de programa de cribado puede salvar vidas y es preferible a no aplicar ninguna medida, pero todavía existe un amplio margen para la mejora y estandarización de los cribados de cáncer de cuello uterino y de mama. Si bien es cierto que una estrategia global no sería apropiada, dadas las diferentes circunstancias económicas y sistemas sanitarios de cada país, es urgente establecer un código de buenas prácticas y facilitar la aplicación de los programas en los niveles nacional/regional.
Oportunidades de optimización de los programas de cribado del cáncer de mama y de cérvix
Tres aspectos clave pueden contribuir a la consolidación de los programas de cribado en toda Europa, tal como explicamos a continuación.
En primer lugar, adoptar un enfoque basado en la estratificación del riesgo. Cribado basado en la evaluación del riesgo individual de cada persona, es una tema constante en las conversaciones entre los profesionales sobre el futuro del diagnóstico del cáncer de mama. En la práctica, el riesgo individual depende de varios factores, y para evaluarlos se han desarrollado distintos modelos de riesgo, aunque todos ellos se centran exclusivamente en mujeres de origen caucásico de Norteamérica y Europa occidental.8 Resulta evidente que los modelos de riesgo deberían ser más sofisticados y abarcar múltiples factores, además de representar a una población más diversa, pero ya se han identificado diversos factores, como la densidad mamaria, que pueden tenerse en cuenta en la toma de decisiones sobre la frecuencia y la modalidad de los cribados.8
La adopción de un modelo de cribado basado en el riesgo plantearía sin duda dificultades logísticas en comparación con un enfoque normalizado para todos, pero hay algunos signos alentadores en los casos en que se ha aplicado. Por ejemplo, según un estudio publicado en 2019, en las regiones de Canadá donde se ofreció cribado mamográfico anual a mujeres con tejido mamario denso, las tasas de cáncer de mama de intervalo se redujeron en comparación con aquellas en las que se efectuaron cribados mamográficos cada dos años.9
En segundo lugar, la divulgación continua de información sobre la importancia del cribado debe ser una piedra angular de todas las estrategias destinadas a fomentar la participación. El acceso a información sanitaria de calidad es una de las principales oportunidades identificadas por McKinsey en su reciente informe sobre la brecha de género en la atención sanitaria de las mujeres,10 por lo que resulta fundamental no perder ninguna oportunidad para poner de relieve los beneficios del cribado y establecer una comunicación clara con las mujeres para eliminar cualquier duda.
Por último, es necesario aprovechar las posibilidades de la IA. A medida que aumenta el impacto de la enfermedad y crece el volumen de imágenes diagnósticas, será esencial establecer prioridades en el flujo de trabajo, tanto para la mamografía digital como para la adquisición de imágenes citológicas. Con el tiempo, incluso es posible que se obtengan suficientes datos científicos para considerar la posibilidad de que un sistema de IA sustituya a los técnicos que interpretan las imágenes.
Cribado continuo de las mujeres
Si deseamos invertir una tendencia de estancamiento o disminución de la asistencia a los cribados, es necesario hacer cambios. Las medidas que acabamos de esbozar no serán fáciles de introducir, pero debemos aumentar nuestra exigencia en relación con los programas de cribado para garantizar que se preste a las mujeres la atención sanitaria más eficaz posible.
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